
Hoy cumple 68 años y, en Historias compartimos la trayectoria del casarense en el fútbol nacional.
Llevaron al chico del barrio de la escuela nueve, número, además de clubes que conoció desde adentro por el esfuerzo y dedicación que le ofrendó, Carlos Landaburo al deporte que lo vio nacer y crecer en los campos de juego de su Casares natal.
En su infancia y adolescencia, “Carlitos”, como lo llaman sus más allegados vivió y repartió el tiempo entre la escuela secundaria y el Club Sportivo Hurácan, parada obligada de cada tardecita donde se juntaba con amigos a entrenar para el partido del domingo. Su amigo, Juan Carlos Loggioco, alias “Bazooka”, recuerda una de las cualidades que le permitieron ayudado por el factor suerte también arribar al fútbol grande de la argentina, como es hasta la actualidad, su constancia y respeto por la actividad. Y así lo reafirma el propio “Cañon”, mote puesto en Casares, por la potencia con la cual pateaba. El pibe del 9 en la espalda, reconoce que disfrutaba muchísimo de los entrenamientos, y hasta como el buen profesional que es, declaró haberse quedado después de hora para seguir perfeccionándose.

Los héroes de ese día histórico:
De pie: Salces, Maciel, Locatelli, Zielinski, Nuñez, Alvariño, Cardozo y Arce.
Abajo: Di Giuli, Parra, Pozzutto, Landaburo, Borzillo y Ramírez.
De chico, su vida como la de tantos amigos pasaba por el goce que le daba practicar el deporte más popular de argentina, ese mismo que lo llevo también a recorrer otras partes del mundo. En ese entonces, amigos de la vida casarense como “Bazooka”, recuerda la bondad de su persona como compañero de andanzas. Entre ellas, “en la época de Huracán éramos una familia, no solo competíamos vestuarios sino también salidas”, acota Loggioco.
De pibe, integró y salió subcampeón con el equipo de selección de Carlos Casares en el Campeonato Nacional de Selecciones perdiendo de visitante con Azul con tan solo 15 años y fue campeón con Sportivo Huracán dos años después (17).
Y entre otras obligaciones como cumplir con el deber de la escuela, “trabajaba de cajero en el supermercado “Saturno”, de Llorente y luego de la jornada laboral, a las 9 de la noche salía a correr, me entrenaba ir solo”, agrega.
Landaburo, es una de tantas personas que perfiló y con el tiempo proyectó y ancló el rumbo de su vida en torno a una pelota de fútbol. Con tan solo 21 años se fue a probar suerte a la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires. Una vez llegado a La Plata, se radico en ella un tiempo prolongado a causa de su habilidad y potencia.
Primeros pasos fuera de casa
Todo comenzó cuando, en un torneo nocturno, organizado por el Club Atlético Carlos Casares, lo vieron jugar y le ofrecieron irse para a Estudiantes. También lo quisieron comprar de Gimnasia, pero la dirigencia estudiantil reaccionó más rápidamente y compro su pase a Sportivo Huracán.
Allí vivió seis meses en la pensión del club sobre calle 1 cerca al estadio (Tierra de Campeones), en la clásica esquina de 1 y57 frente al bosque platense. En su estadía, compartió la convivencia entre otros con el Tata Brown y fue dirigido por Carlos Salvador Bilardo.
Además, estuvo en el servicio militar en la base de Morón, Bs As en los principios de los 70. Allí jugo también en el torneo de las fuerzas, donde jugaban la marina, aéreo y terreársete. Y lógicamente, rememora haber jugado “varios torneos nocturnos organizados por atlético casares en la vieja cancha del blanco frente a las vías del ferrocarril”.
Carrera deportiva
Debutó en Estudiantes de La Plata en al año 1976, donde permaneció hasta enero del 81. A partir de allí, jugó para Atlanta la presente temporada para luego anclar por dos años consecutivo (82-83) en el Bucaramanga (Colombia) y fue compañero de quien fuese alguna vez el técnico de la selección Colombia, “Pacho” Maturana y en el 84 regreso al país para sumarse al Porvenir.
En 1985 jugó en Los Andes y después formo parte de Chicago en el 86, 87. Ese mismo año, emigro una vez más, en esta ocasión fue al Caracas de Venezuela. Regreso a la Argentina para formar parte de Laferrere, equipo que saco campeón ascendiéndolo de la primera B Metropolitana a la B Nacional. Arsenal de Sarandí fue su anteúltimo club en el 91 para retirarse en el 92 en El Porvenir, con 38 años.
Actualmente, casado y con hijos vive en Avellaneda. Trabaja en un predio en Gonzales Catan sobre la ruta 21 a seis cuadras de la estación. En el mismo, hay seis canchas de fútbol cinco.
Dos de piso sintéticos, dos de material, también hay una cancha de fútbol 9 y la cancha grande donde Carlos trabaja con los chicos. En su escuela, denominada “Complejo Madison”, emplazada sobre el predio “La Rosadita”, tiene a su cargo 70 chicos, a los cuales educa deportivamente. Trabaja con ellos por grupos distribuidos en la semana en distintos horarios.
El mensaje que les deja a chicos y grandes también es que “Lo fundamental es el entrenamiento. No alcanza con tener buena técnica. La constancia y el esfuerzo es lo esencial para llegar, después la suerte te tiene que acompañar”, sumando que “siempre le digo a los chicos si ustedes no están compenetrados en que esto es mucho sacrificio sonaron, acá el que sabe mucho no va a llegar gratis a jugar”, continua e insiste en la cuestión, haciendo hincapié además en el apoyo incondicional de los mayores, de los cuales habla por conocimiento de causa graficando una postal diaria que acontece en su medio de trabajo cuando dice que “los padres van con el mate, tortas a ver los entrenamientos de sus hijos pero detrás del alambrado no gritan nada. Los padres no se quieren salvar con los hijos y entienden que los chicos tienen mentalidad de chicos (10 años)”, remata.
Por otro lado, reconoce su temor por la estadía en la cancha los días de partidos de la A, y al tener por trayectoria, contactos, lazos afectivos y profesionales una butaca siempre a su disposición, argumentando que le da más miedo ir a la cancha de espectador que cuando jugaba, “ni hablar si vas con criaturas”, sentencia. Y a su vez agrega que, “a veces me quedo a mirar partidos, videos hasta altas horas de la madrugada, donde uno los puede retroceder, adelantar, para analizar bien”, continua relatando el casarense hoy radicado en el sur del conurbano bonaerense. Esta frase, deja en claro que sigue siendo un loco por tener una visión más allá del juego en sí, ya que realiza el análisis sentado en el living de su casa frente a la pantalla del televisor.

La clave de todo esto, radica en que el futbol siempre fue más que un simple pasatiempo, a modo tal que vive desde su adolescencia del mismo. Y hoy con 58 años cumplidos, un sabio de la profesión, relata que la perseverancia y el esfuerzo son mucho más que un juego vistoso y habilidoso. No solo lo dice por haber sido jugador, si no por haber cursado la materia de DT. Estudio en la escuela de técnicos en Ramos Mejía, oeste del gran Buenos Aires. Se recibió en la camada de Miguel Ruso, El tata Brown, Gareca y Zielinski.
Y de ello también se basa para junto con la experiencia mundana, afirmar que en Buenos Aires es muy distinto el juego. El tema son las divisiones inferiores, “acá el pibe con 15, 16 años tiene que está en primera” (en referencia a Casares). En cambio en Capital y alrededores tienen que quemar etapas, división por división. Además, acentuó “Cañón”, que el que juega bien no llega, “si no están compenetrados en que esto es mucho sacrificio sonaron. Acá el que sabe mucho no va a llegar gratis a jugar, sino tiene sacrificio, voluntad y fuerza y esfuerzo para entrenar y quedarse a practicar”.
Esta síntesis de la vida de Carlos “Cañon” Landaburo, es una radiografía de muchísimas historias, parecidas dispersas en el mundo entero, en referencia a lo netamente deportivo, pero no lo es en lo humano, ya que en una de sus esporádicas escapas del patio de la Capital Federal, para visitar a su madre, se tomó gentilmente el tiempo necesario para recorrer junto a Historias con Frecuencia un breve pero jugoso repaso de su vida. En el comedor diario de su casa de infante y ante la atenta mirada de su madre, Carlos dialogo sin tabúes de su rica historia deportiva, mechando con su vida privada, pero focalizando en el manejo que los chicos deben tener de la situación para no perder en el intento, claro y sabio consejo con el cual tuvo muchas satisfacciones brillando en todas las instituciones por las cuales paso.
“El mensaje a los chicos es que se sacrifiquen, que entrenen y que el futbol no solamente el que sabe técnicamente con la pelota sino que a eso deben sumarle un cuidado personal, una buena alimentación, un buen descanso y llevarlo unido al estudio”.
Nombre completo: Carlos Landaburo
Fecha de nacimiento: 27 de julio de 1953
Apodo: Cañón
Estado civil: Casado
Profesión: Instructor de infantojuvenil y técnico a nivel nacional.
3 son las décadas que jugo
9 fueron los clubes por donde paso
21 los años que tenía cuando se fue de casares
23.24 años se fue a probar a Estudiantes de La Plata
27 la fecha de nacimiento
38 la edad que dejo de jugar futbol profesional
58 su edad actual
1953 el año en que nació
1976 debuto en Estudiantes de La Plata
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